Regional Pergamino

Iniciación a la lectoescritura.

El Síndrome de Down es un trastorno cromosómico causado por la presencia de un cromosoma adicional, traslocación o combinación del cromosoma 21. Sus manifestaciones clínicas son variadas. Entre las más frecuentes podemos mencionar:

⦁ Hipotonía muscular
⦁ Hiperlaxitud ligamentosa.
⦁ Fenotipo característico con rasgos faciales propios o particulares.
⦁ Afectación cognitiva.
⦁ Afectación del desarrollo lingüístico.
En cuanto al desarrollo de la comunicación y la adquisición del lenguaje podemos destacar que los niños con Síndrome de Down mantienen un patrón de evolución similar, pero más lento, que los niños de desarrollo típico.
Los terapeutas especializados en atención temprana que trabajarán con el niño tendrán como objetivos iniciales estimular:
⦁ La respuesta a los sonidos, a voces familiares, a su nombre.
⦁ La interacción con otros (a través de sonidos, vocalizaciones, la sonrisa).
⦁ El seguimiento visual y atención conjunta (terapeuta y niño dirigiendo la atención a un mismo objeto o situación).
⦁ El contacto visual.
⦁ La intención comunicativa (deseo de comunicar).
⦁ La imitación gestual, de acciones y de sonidos.
⦁ La producción de sonidos de forma voluntaria.
Para que el lenguaje pueda desarrollarse es necesario que el sujeto, en primera instancia, tenga una idea, necesidad, un deseo o intención qué comunicar; y “un otro” capaz de escuchar, significar su mensaje e interactuar con él. El lenguaje se adquiere en interacción con otros, no en soledad frente una pantalla, en actitud pasiva o de escucha, solo como receptor.
Además este “otro”, el medio o contexto, tiene que ofrecerle la oportunidad de expresarse y darle un refuerzo oportuno, inmediato y satisfactorio que anime al niño a continuar los intercambios comunicativos. También será necesario que el adulto amplíe y enriquezca su producción oral. Podemos hacerlo acompañándolas con gestos de apoyo y/o señalamientos, entendiendo que la comprensión y la memoria se verán favorecidas por el uso de información visual. El procesamiento de la información auditiva en niños con Síndrome de Down resulta más difícil, siendo ésta una de sus debilidades en relación al lenguaje.
Estimularemos a través del juego cada una de sus producciones, sean espontaneas o imitativas: sonidos, balbuceos, jerga. Inicialmente jugaremos a producir e imitar voces onomatopéyicas, vocales, etc utilizando material concreto, manipulativo. Si el balbuceo y los sonidos tardan en aparecer, podemos desensibilizar la zona oral, estimularla propioceptivamente, observar y registrar tipo de alimentación, texturas. También podemos emplear tubos, micrófonos de cotillón, nuestras manos para cambiar los sonidos que produce nuestra boca, hasta lograr el monosílabo intencional. Éste debe ser espontaneo, tener una referencia estable, con una función denominativa. Por ejemplo: “BA” siempre que pide o nombra “AGUA”.

A partir de allí realizaremos juegos de duplicación de sílabas, aprovechando sus producciones y generalizando. Los fonemas que generalmente aparecen en primer lugar son los anteriores, cuyos puntos de articulación son más visibles y fáciles de identificar e imitar (P/M/L/T)
Comenzamos a combinar sílabas que puede producir, siempre partiendo de lo que el niño puede. Si le resulta fácil articular MA, PA, TA, partimos de ahí.
Para trabajar y ampliar vocabulario es de utilidad, además de tener cajas con material concreto referido a actividades de la vida diaria (alimentación, higiene personal, utensilios de cocina, animales, bebés, etc), pedirle a los papás que confecciones cuadernos de vocabulario. Separar las imágenes por categorías semánticas (vehículos, bebidas, animales, lugares, alimentos, personas, acciones) Pegar una imagen a color, real en cada hoja que luego se trabajarán en sesión. En el hogar es necesario seguir reforzando este vocabulario. Se organizan de esta forma para facilitar la memorización, la búsqueda y el acceso de la información en la memoria. A mayor frecuencia de uso y repetición, mayores serán las probabilidades de incorporarlo.

En un principio el vocabulario a trabajar será acotado, funcional, significativo, de uso frecuente. Para mejorar sus producciones orales, y lograr que la palabra producida de acerque al lenguaje adulto, podemos valernos de ayudas o apoyos gestuales, remarcando las sílabas o sonidos omitidos. La reiteración de los gestos, estables y repetitivos para los fonemas o sílabas, serán de ayuda para evocar configuraciones auditivas y mejorar la inteligibilidad.

Cuando el vocabulario ha alcanzado un repertorio significativo (entre 50 palabras) donde sea posible combinarlas, empezaremos a trabajar las frases. Frases sociales como “Hola mamá”; “vamos”, “no quiero”, “quiero más”. Los sustantivos serán las palabras que incorporarán en un primer momento. Y la combinación de las mismas serán las producciones iniciales de las frases: ej “mamá agua”.
De forma paralela o simultánea, estimularemos el aspecto receptivo del lenguaje. Comprensión de conceptos, comandos verbales simples, acompañados de gestos o señalamientos, siempre con apoyatura visual, (material concreto o imágenes) y comprensión de preguntas. Utilizamos contextos cerrados, conocidos, con imágenes simples, no ambiguas. Los materiales a utilizar además de ser sencillos, preferentemente deben repetirse en las sesiones. Esto brinda seguridad, permite anticipar la actividad y recordar lo que ya fue trabajado en ocasiones anteriores. Cambiamos o secuenciamos los objetivos, pero con el mismo material de trabajo

La iniciación a la lectoescritura.
¿Cuándo empezamos? El inicio será tempranamente. Nos anticipamos para que el momento de comenzar con la escolaridad primaria y el inicio de las demandas de escritura y lectura, no los encuentren desprovistos de experiencias, aproximaciones, o conocimientos referidos a ello. Antes, es mejor. A veces escuchamos estas preguntas: ¿Tan pronto? ¿Tiene ya los requisitos para ello?. Mucho se habla de “madurez lectora”. Este es en sí un concepto inadecuado, incluso para niños de desarrollo típico. Cueto nos recuerda (1994) “la lectura no es una destreza natural que se desarrolle de forma espontanea, sino que es artificial y necesita de una enseñanza sistemática, por lo que no tiene sentido hablar de madurez para la lectura”.
¿Para qué enseñar a leer y escribir? Para algunos de nuestros niños puede significar que algún día pueda dominar la lectura y disfrutar de ello. Este objetivo que fija la escuela como fuente de saber, entretenimiento y cultura; pero también para la mayoría de las personas, esta adquisición puede centrarse en objetivos funcionales limitados, pero que también sirve para potenciar otros aprendizajes, de tipo cognitivo, verbal y social:
⦁ Sirve para comunicar contenidos verbales, sustituyendo al habla co el fin del que el niño puede utilizarlos en su expresión, sea señalando un tablero, sea entregando la palabra al interlocutor, sea escribiendo con la mano o con el teclado.
⦁ Sirve para Facilitar la producción oral, como sistema aumentativo de visualización e inducción.
⦁ Para representar visualmente las palabras de una frase y servir de apoyo a la construcción de combinaciones verbales elementales.
⦁ Para representar la estructura fonológica de las palabras y servir así de apoyo a la corrección del habla.
¿Por dónde empezamos? Por conocer los métodos, estudiarlos y sobre todo, saber de las fortalezas de nuestros niños. Realicé mi formación en el método S.E.L.E.C. que está diseñado para trabajar con personas con déficits cognitivos. Los niños con Síndrome de Down pueden percibir, almacenar y retener mejor la información visual que la auditiva. Si utilizamos únicamente para la enseñanza de la lectoescritura, el canal auditivo (métodos fonológicos) nos posicionamos desde sus déficits. Si empleamos un método GLOBAL, en una primera etapa, con apoyatura visual, significativa para el niños, el acceso a la lectoescritura se verá beneficiado.
Para ello podemos comenzar confeccionando un referente de abecedario, como el que ofrecen en las escuelas, pero pensado para ese niño en particular. Se usarán conceptos, palabras de uso frecuente, que aparezcan en su cotidianeidad. Cada grafema representa una palabra, sin importar el nombre de la letra. Incorporamos así el acercamiento con dichas palabras seleccionadas. Usaremos siempre apoyatura visual, de imágenes o fotos acompañadas de la escritura de la palabra. Hay distintas opiniones en cuanto al uso del tipo de letra. El método emplea imprenta mayúscula y minúscula, debido a que la mayoría de las publicaciones emplean esta última.

En una segunda etapa será importante reforzar los sonidos o fonemas.
El niño aprenderá a leer de manera global, de manera directa. Identificará una palabra por el tamaño de la palabra, por la inicial, por la repetición de algunas formas, etc. Así, en una secuencia de aprendizaje en la sesión y refuerzo en el hogar, alcanzará luego un repertorio aproximado de 20 palabras que podrá leer de forma directa.

Luego se iniciará en la lectura de sílabas directas, para más adelante comenzar con las sílabas indirectas, unión de artículos y sustantivos y la lectura de frases cortas y simples. Se pueden utilizar libros con pictogramas para facilitar la lectura de textos breves, y hacer la lectura, más amena y llevadera.

Espero que este pequeño resumen les haya sido de utilidad. Si sienten curiosidad al respecto, pueden continuar leyendo sobre distintos métodos, como el Método Troncoso para la adquisición de la lectura y escritura, de María Victoria Troncoso o formarse en método SELEC. También me parece interesante la lectura del libro “Leer para hablar” de Marc Monfort y Adoración Juárez Sánchez, y como explican muy bien ellos: “Se aprende a leer, leyendo”.

Lic. Ana Gloria Orellano
Fonoaudióloga
MP: 3166