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LA CLÍNICA DEL LENGUAJE EN TIEMPOS DE INFANCIA: REFLEXIONES Y DEBATES

La evaluación, el diagnóstico y el abordaje terapéutico son tres instancias cruciales de la praxis clínica que convocan a la observación, escucha e investigación. Estas capacidades deben estar destinadas al desarrollo de estrategias de intervención, que contemplen las particularidades de la infancia y la complejidad inherente al lenguaje. En este caso particular, se trata de niñas y niños. Es decir, personas que se encuentran en pleno proceso de desarrollo y crecimiento. Por lo tanto, debemos poder distinguir los errores evolutivos de los indicadores clínicos que denunciarían una problemática en el desarrollo lingüístico. Vigotsky (1977) sostiene que el lenguaje es un sistema de comunicación y representación que propicia el despliegue de las aptitudes humanas, como así también el desarrollo subjetivo, cognitivo y cultural de las personas. Se comprende que las perturbaciones lingüísticas pueden afectar la comunicación, el pensamiento, la subjetividad y los aprendizajes. Por su parte, Foucault (2002) destaca que lo propio del saber no es ver ni demostrar, sino interpretar. Es por ello que insiste en que las acciones clínicas vinculadas a las disciplinas de la salud deben encaminarse, incesantemente, en develar aquello que se oculta a simple vista. En este sentido, es fundamental reconocer que la unicausalidad conduce a grandes reduccionismos y simplificaciones que siempre debieran evitarse. Es imprescindible atender a la singularidad de cada sujeto, su historia y su contexto durante el proceso de evaluación diagnóstica. En la actualidad, las certezas diagnósticas propuestas por los Manuales de los Trastornos Mentales (DSM) se imponen con fuerza en el contexto de la salud. Desde esta perspectiva, se intenta reducir la praxis clínica a la formalización de tests o pruebas estandarizadas. Se propone cuantificar síntomas o conductas atípicas que, al ser agrupadas, constituirán un determinado trastorno. El abordaje terapéutico se traduce en la aplicación de una serie de métodos y técnicas reeducativas. De este modo, se pretende “normalizar” los tiempos de desarrollo y aprendizaje a través de una serie de categorizaciones o clasificaciones, en tanto se considera que las niñas y los niños pertenecen a una colectividad infantil relativamente homogénea. Persiste la concepción de una niñez modelo, prototipo o standard; una niñez alejada de la diversidad, la época y el contexto histórico del cual es parte. El desarrollo y los aprendizajes son concebidos como habilidades o conductas a entrenar. No se comprende que son procesos que acontecen en una serie de etapas, en el devenir del tiempo que siempre se encuentra signado por la singularidad de cada niña o niño. Además, se valora exclusivamente la dimensión biológica de la salud y se estima que cualquier diferencia o dificultad se encuentra alojada en los genes o el cerebro de quienes padecen. Sin embargo, Contandriopoulos (2006) sostiene que la salud es una cualidad humana fundamental que se expresa en todas sus dimensiones: social, psíquica, biológica y racial. Este enfoque se vincula con el fenómeno de la patologización de las infancias que aqueja a la niñez de estos tiempos. Los/as representantes del Forum Infancias explican que se habla de patologización cuando los problemas cotidianos de las niñas, los niños y adolescentes de hoy son considerados como producto de una patología psiquiátrica. Los sujetos pasan a ser “trastornos” y portadores de un “déficit”. No se profundiza en los determinantes del sujeto, su familia y el contexto actual. Es por ello que a este tipo de clasificaciones se las considera “rótulos” o “etiquetas” y no verdaderos diagnósticos. Ante la emergencia de este fenómeno, el Consejo Consultivo Honorario en Salud Mental y Adicciones (CONISMA, 2012) elaboró el “Manual para evitar el uso inapropiado de diagnósticos, medicamentos u otros tratamientos de problemáticas en el ámbito escolar” debido a la preocupación provocada por la realización de diagnósticos basados en meros indicadores comportamentales, la prescripción inadecuada de medicamentos y la indicación inoportuna de certificación de discapacidad. El mencionado documento destaca que las niñas y los niños son sujetos en pleno proceso de desarrollo; que los tiempos de adquisición pueden ser diferentes, pero eso no implica que se conviertan en patológicos; que los problemas en el rendimiento o comportamiento escolar no equivalen necesariamente a un diagnóstico; que no debe reducirse la complejidad de una problemática a una única perspectiva; y debe evitarse el uso de nomenclaturas homogeneizantes que estigmatizan las trayectorias escolares de los/as estudiantes. En este sentido, es imprescindible rebelarse ante las perspectivas biologicistas que atentan contra los derechos de las infancias y clausuran sus destinos. Es necesario que seamos capaces de reflexionar acerca de nuestras propias prácticas. Porque los diagnósticos deben orientar nuestras intervenciones terapéuticas, pero nunca debieran convertirse en un dictamen, una sentencia o una condena. Bibliografía CONISMA. (2012). Manual para evitar el uso inapropiado de diagnósticos, medicamentos u otros tratamientos a partir de problemáticas en el ámbito escolar. Recuperado en https://www.msal.gob.ar/…/0000001249cnt-2018_conisma…Contandriopoulos. A-P. (2006). Elementos para una “topografía” del concepto de salud. En: Ruptures, Revista Interdisciplinaria de la Salud, Vol. 11 Nº 1. pp. 86-99.Forum Infancias – Red Federal (24 de junio de 2017). ¿Qué entendemos, desde FORUM INFANCIAS, por «patologización» y «medicalización» Foucault, M. (2002) Las palabras y las cosas. Una arqueología de las ciencias humanas. Ed. Siglo XXI Editores Argentina: Buenos Aires. Vygotsky, L. (1977). Pensamiento y lenguaje. Ed. Le Plèyade: Madrid.
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Lic. Fernanda Felice
Fonoaudióloga

Lic. en Fonoaudiología, Esp. en Alfabetización e Inclusión y docente de la UNR